El Zurriburri

"La revista digital del Manrique cultural"

Zurriburri Nº 0101. Vacaciones celestiales.

(martes 24 de enero de 2023)

Parte 1: EN EL OLIMPO

–¡¿Qué?! – Hermes no daba crédito a sus oídos –. ¡¿Con los humanos?! ¡Eso jamás! ¿O es que no te acuerdas de lo que pasó la última vez que nos vieron? No se creyeron que eramos dioses, ¡y nos tomaron por locos! ¡Si hasta salimos en la tele!

Era el mes de marzo de 2022, y en el Olimpo, hogar de todos los dioses griegos, era un día como otro cualquiera. Y es que en el Olimpo nunca pasa nada nuevo, todos los días la misma monotonía. Todas las historias que se cuentan, las leyendas y los mitos, ya son agua pasada, ahora es todo rutina, rutina y más rutina. Si a Hefesto ayer se le rompió el martillo mientras hacía una espada, hoy se le torcerá en destornillador montando una estantería, y si ayer Ares se cogió un berrinche porque la sopa se le quedó fría, hoy cogerá una rabieta por perder al parchís.

Es por esto que Zeus, rey del Olimpo llevaba ya largo tiempo maquinando la idea de irse de vacaciones, y se le ocurrió bajar de la cima del Monte Olimpo, e ir una semana de turismo por el mundo de los humanos.

–¡Venga ya! Si sería genial, y a todos nos hacen falta unos días libres – Zeus acababa de proponer a Hermes, el mensajero, su maravillosa idea –. Además, he oído rumores  de  un  correo  electrónico  que  sustituye  a  las  cartas  de  forma  automática. ¡Imagínatelo! ¡Vacaciones perpetuas!

– ¿Vacaciones perpetuas? – a Hermes se le iluminó la cara – ¡Me apunto!

– Solo que ahora a ver quién más se apunta. Ir solos es un rollo.

– Eso déjamelo a mí – se ofreció Hermes –. Yo me encargo. Solo que no podemos ir por ahí diciendo que somos dioses del Olimpo con los humanos y tal, que la otra vez menudo numerito que montamos. Mejor nos disfrazamos de personas.

– Vale, tú le dices a los demás y yo me encargo de los disfraces – zanjó Zeus. Una vez hecho el reparto, se separaron, ilusionados con su plan.

Al día siguiente, debían reunirse a las nueve y media de la mañana todos los interesados por la idea, en un parquecito cerca del palacio de Zeus, tal como decían los folletos que había impreso el mensajero de los dioses.

Zeus y Hermes llevaban esperando desde las seis, y la paciencia brillaba por su ausencia. Al fin, a las diez menos cuarto apareció Hefesto, y veinte minutos después llegaron jadeando Ares y Poseidón, que habían recorrido a pie veinte kilómetros en diez minutos para llegar a tiempo. Los promotores del proyecto se esperaban algo más de participación por parte de los demás, y creían que habría una avalancha de gente, pero no le dieron demasiada importancia. Quedaron en partir ese lunes al alba.

 

Parte 2: DE VACACIONES

El lunes por la mañana estaban Zeus y Hermes organizándolo todo para el viaje, hasta que aparecieron los otros tres alrededor de las seis menos veinte. Para bajar del monte Olimpo, es necesario bajar un acantilado de alrededor de 7.000 metros de caída libre, por lo que, para la última expedición que se hizo fuera del Olimpo, idearon un gigantesco tobogán, pensado para evitar los moratones. Por desgracia, tal como dijo Hermes, aquel viaje fue un auténtico fracaso, y llevaban treinta años sin que nadie se atreviese ni siquiera a mirar el tobogán, por lo que tuvieron que llamar al cuerpo de bomberos a despejar el terreno, y llegaron a sacar más de 500 toneladas de polvo y telarañas. Por ese motivo no consiguieron llegar abajo hasta el martes bien entrada la mañana.

Monte Olimpo Wikimedia Commons

 Imagen: el monte Olimpo, Grecia. (Imagen con licencia Wikimedia Commons)

Una vez allí, se pusieron sus disfraces de humanos y discutieron sobre cual sería su destino. Poseidón, como buen dios del agua, quería ir Gandía, a la playa (1), mientras que Hermes quería ir a la sede de Google, para instalar el correo de gmail, y Hefesto quería ir a ver el famosísimo museo-herrería de Colmenar Viejo “Yunquelandia”, porque ya se sabe que Hefesto, como buen dios de la metalurgia es muy habilidoso herrero en su tiempo libre. Al final decidieron que en una semana tenían tiempo de sobra para todo, así que echaron a suertes por donde empezar. Ganó Poseidón, y aunque todos los demás protestaron y se opusieron en rotundo, alquilaron un coche y pusieron rumbo a Gandía, con todos los demás dioses refunfuñando y diciendo entre dientes que no era justo y que Poseidón había hecho trampas.

Aun así, el dios del mar estaba radiante de felicidad y, con intención de llegar cuanto antes, fue por la carretera de Valencia a 170 kilómetros por hora. Tuvieron que pagar quinientos euros de multa, y tuvieron una pequeña discusión con el agente Hólmez, de la guardia civil:

– Pero señor agente, ¿no cree usted un poco excesivo quinientos euros de multa por ir un poquito más deprisa de lo debido? – argumentaba Poseidón – Compréndalo usted, que me dejé la nevera abierta en la casa de la playa y se me va a poner mala la carne...

– La nevera, ¿eh? – contestó el policía – Eso sí que es grave.

– ¿Qué nevera? – preguntó Zeus – No sabía que tuvieras una nevera en …

– ¡Chitón! ¡Calla! – le susurró Hefesto – ¿Quieres que nos multen?

– Sospechoso, muy sospechoso... – murmuraba el agente Hólmez – ¿Dice usted que tienen casa en la playa? ¿Y cuál es su dirección?

– La dirección... Calle Poseidón 7, Poseidonburgo – inventó Poseidón, no muy original.

– Sospechoso, muy sospechoso... – esa es la frase favorita del agente Hólmez, que siempre quiere hacer de detective – Conque sí, ¿eh? Pues a mí lo de Poseidonburgo no me suena de nada, ¿Eso dónde cae?

– Pues por ahí por el este de España, no sabría decirle – intervino Ares –. No me sé el código postal, lo siento.

– Bueno, les puedo hacer una rebajita de la multa, si quieren – concedió Hólmez – ¿Qué tal un 0%?

– Vale – dijo Zeus.

– Por mí perfecto – añadió Hefesto. Y tuvieron que pagar los 500 euros uno detrás de otro.

Una vez en Gandía, disfrutaron tranquilamente de unos helados de chocolate, que consideraron una ofrenda a Bóreas, dios del frío y del invierno. Más tarde, decidieron bañarse en el agua, mas se encontraron con un auténtico regimiento de enormes medusas. Eran gigantescas, con una cúpula (2) de dos metros de ancho y un color azulado, y unos gordos tentáculos venenosos que llegaban a alcanzar los cuatro metros de largo. Los dioses estaban aterrorizados, y salieron del agua despavoridos.

 

– ¡Madre mía! – exclamó Hefesto, temblando de miedo – ¡Qué feas son esas bestias de mar!

– Mira quién fue a hablar – se burló Hermes. (3)

– ¡Te vas a enterar! – Hefesto estaba rojo de ira.

– No es momento de discutir – les cortó Zeus.

– ¿Y si declarásemos la guerra a esos bichos raros con tentáculos? – propuso

Ares, como buen dios de la guerra –. Seguro que así escarmentarán.

– ¿Y cómo? – intervino Poseidón – Yo no soy partidario de la violencia en el agua.

– Tengo unos lanzallamas estupendos, y Zeus puede lanzar rayos – Ares, que hacía siglos que no se metía en ningún follón, estaba deseando lanzar bombas sin ton ni son.

– ¿No sería mejor llamar a un socorrista? – Poseidón seguía sin estar convencido – No es necesario llegar a esos extremos.

Decidieron llamar al socorrista, aunque Ares estaba todavía refunfuñando que era mucho mejor cortar el problema de raíz. Sin embargo, el socorrista no se lo quería creer.

– ¿Quieren ustedes que me crea que en el agua hay una plaga de medusas descomunales, pero que desde mi asiento en la orilla no se ve absolutamente nada? ¡No me hagan reír! – les decía.

– ¿Veis? – protestaba Ares – Lo mejor es un poco de dinamita, que no hace daño a nadie.

– Es mejor llamar a los exterminadores de plagas, creo yo – dijo Hefesto.

– Por mí vale – aceptó Zeus.

Y así lo hicieron, pero como describieron a las medusas con pelos y señales, los exterminadores de plagas creyeron que si salían en la televisión acabando con esas bestias tan monstruosas, se volverían multimillonarios. Es por eso que fue con ellos un equipo de Tele9, para grabarlo todo.

Por desgracia, todo fue un desastre. Cuando llegaron los exterminadores, entraron en pánico, y las medusas empezaron a salir del agua para pasearse por la playa. Ares intentó acabar con ellas montado en un tanque, pero eran indestructibles. Hermes quería avisar al resto de dioses para que fueran a ayudarles, pero como no tenían correo electrónico, tuvo que ir a pie. Lo único que funcionó fue la cámara de la televisión, que fue como la seda, y salieron todos en el telediario, siendo la mejor noticia del año. Huyeron de allí, y se fueron al Olimpo para no volver.

FIN

 

NOTAS:

(1) Gandía es un pueblo costero al este de España, en el sur de Valencia. (N. A.)

(2) La cúpula es la parte superior de las medusas, que utilizan para desplazarse. (N. A.)

(3) Según la leyenda, Hefesto era tan feo, que su madre, Hera le tiró por la ventana. (N. A.)

 

Autor: Enrique Mestre Burgos, alumno de 2º de ESO del I.E.S. Jorge Manrique. Fue galardonado con el accésit en el Concurso Literario 2021-22 (en la categoría 1º y 2º ESO), organizado por el Departamento de Lengua y Literatura.

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