El Zurriburri

"La revista digital del Manrique cultural"

Zurriburri Nº 0025. Carta al paciente desconocido (5).

(jueves 9 de abril de 2020)

Buenas.

¿Cómo está?, espero que hoy esté mejor que ayer, pero que esté mejor mañana. Esta situación está siendo algo larga, por eso me preguntaba si quería que le contase un relato.

No sé a usted, pero a mí me encanta el baile y creo que esta historia puede estar entretenida. Así que sin más rodeos, empecemos...

Todo esto de que a aquella chica le gustase bailar, le vino de muy pequeña, desde que veía algún baile en la televisión e intentaba imitarlo de la mejor manera posible. Todos los veranos, junto a una amiga suya llamada Sara, hacía actuaciones para el público de la urbanización, para que esos calurosos veranos pudiesen ser algo más llevaderos. Llegó el final del verano, y la madre de Clara (este es el nombre de aquella chica que le encantaba bailar), decidió apuntarla a una academia. Clara estaba encantada con poder bailar en un sitio algo más serio y con alguien que le pudiera enseñar.

Ese curso pasó volando y la pequeña Clara ya tenía 6 años. Ese año Clarita supo que se quería dedicar al baile. El curso siguiente no fue tan bonito ya que tuvo algún problema que otro con sus compañeras; entonces Clara, a mitad de curso, decidió que quería dejar de bailar. Afortunadamente, su madre no se dio por vencida y la quiso apuntar en otra academia. Como estaban en pleno curso escolar, le tuvieron que hacer una prueba de acceso, ya que esta escuela era algo más profesional que la anterior, para ver si la pequeña tenía algo de técnica y merecía la pena incorporarla a mitad de curso. La pequeña Clara hizo esa prueba sin miedo y la admitieron en esa escuela. Por una serie de circunstancias, una directora de conservatorio pudo ver la prueba de acceso de la niña, y supo ver que tenía mucha pasión y potencial.

Pasaron cuatro años, y nuestra pequeña Clara ya no era tan niña y era algo más mayor. Con muchísimo valor y esfuerzo estos cuatro años fueron clave para su vida profesional. Con 12 años y medio, Clara decidió presentarse a las pruebas del conservatorio profesional de danza Carmen Amaya, -¿lo conoce?, está situado en Avenida de la Felicidad, nº 27, en Madrid-. Bueno... continuemos, que esta breve historia se está poniendo interesante. Iba acompañada de su madre e hizo esa prueba de acceso. Tras dos semanas le comunicaron que no la habían cogido. A Clara se le derrumbó el mundo y no quiso saber nada de la danza nunca más. Pero por casualidades de la vida, ese verano se encontró con aquella directora de conservatorio y ésta la reconoció, se presentó a Clara y le aconsejó que volviese a hacer una prueba de acceso en un conservatorio, pero esta vez en el suyo, que es el Conservatorio Superior de Danza María de Ávila. Clara la escuchó y, finalmente, el 5 de septiembre se presentó para hacer las pruebas.

Este día tuvo algo más de suerte y una vez que hizo la prueba de acceso, la admitieron. Como se quería dedicar única y profesionalmente a la danza, decidió que se quería quedar interna allí. Fue un esfuerzo muy grande para ella ya que estaba muy unida a su familia, pero quiso hacerlo, y fue directa a la aventura.

Los primeros días fueron un gran desafío para ella, más que nada porque la vida en el conservatorio era mucho más estricta que en las academias, y quería hacer amigos, cosa que siendo una persona completamente nueva cuesta mucho. Transcurrió un mes y las cosas cambiaron bastante. Clara se había integrado muy bien en el conservatorio y hacía lo que realmente le gustaba, que era bailar. [Bueno... creo que usted y yo ya tenemos algo más de confianza y... ¿le puedo decir una cosita?... esa chica llamada Clara, era yo].

A medida que iba pasando el tiempo yo iba mejorando mi técnica más y más, y empecé a ser algo conocida a los ojos del ballet nacional. La directora del conservatorio me dijo que si quería ser bailarina del ballet nacional y para mí eso fue un sueño hecho realidad, así que seguí trabajando igual de duro y al siguiente curso me saqué el título de bailarina del ballet nacional.

Y aquí estamos, trabajando duro para que próximamente pueda bailar con grandes compañías.

Este es el final del relato, espero que le haya gustado y que le haya podido entretener un poquito. Muchísimo ánimo, que con esfuerzo y actitud se pueden conseguir las cosas. Y recuerde, hoy está mejor que ayer pero peor que mañana.

Un saludo.

Clara.

INSIGNIASOLIDARIA

Cartas al paciente desconocido es una iniciativa del Dto. de Biología y Geología del IES Jorge Manrique, en la que alumjnos/as de ESO y Bachillerato han enviado cartas anónimas a pacientes desconoocidos de los hospitales.

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